-Creo que debo hacer ese viaje; no sé lo que me voy a encontrar, o mejor dicho, si lo sé...pero necesito hacerlo.
Hablabas del pasado, del presente, del futuro...en tus ojos se reflejaba una mezcla de melancolía e ilusión; de recuerdos de cartas de amor que no llegaron a su destino, de sombras lejanas que se asoman a la puerta de tu habitación en los días grises, pero también en ellos la evidencia de una cálida luminosidad que lentamente te envuelve, te reconforta...
-Quiero sentirme nuevamente como cuando era un bebé...cuando mi abuela me aseaba y me rodeaba entre sus brazos con una toalla limpia y perfumada; quiero abrir los ojos y ver nubes de algodón y rayos de sol...
Y yo te observaba, callaba y sonreía...completamente seguro de que ya has conseguido tu objetivo: has descubierto que el tesoro estaba en tu jardín.
-¿Ves como te gusta la comida china?