Qué pena más triste...cierra la puerta, anda.
Esta mañana, la cruel rutina se apoderaba de nuevo de mi; el despertador recordaba puntualmente nuestra cita, las tostadas con mantequilla se apresuraban a ser engullidas y el traje gris reclamaba salir del armario (sin segundas) con prontitud...hasta los pies se rebelaban a entrar en esos calcetines negros de ejecutivo, acostumbrados aunque fuera por sólo unos días a la libertad de la luz del sol y el aire limpio de la mañana. Doña Pepita paseaba tranquilamente a su chucho, con la curiosidad morbosa del que no tiene nada que hacer, y su buenos días habitual sonaba a una tentadora proposición de abandonarlo todo, dedicarme a contemplar las musarañas y vivir de su pensión....no sé si fue la visión de un futuro entre viajes del Inserso y dentaduras postizas, pero la cuestión es que conseguí el valor suficiente como para poner un pie detrás de otro, y caminar hasta mi sala de torturas favorita, mi querida oficina, la cual me esperaba con los brazos abiertos y los folios esparcidos.
El caluroso recibimiento de mi oficina me llenó de satisfacción...un día más, mi mesa mostraba en todos sus esplendor todos los atributos que me empujan inexorablemente a compartir con ella horas y horas...a hacerle el amor con ternura, sin prisa, atrapado entre sus brazos de tela de araña; mientras, el teléfono reclamaba insistentemente su cuota de protagonismo, como una sutil banda sonora de tan amoroso encuentro. Tal arrebato de pasión, sostenido durante largas horas, terminó por dejarme completamente exhausto, satisfecho del deber cumplido...aunque mi amante seguía allí, en nuestro nido de amor, reclamando más y más, sabedora de con un solo guiño me poseería nuevamente cuando quisiera.
Vuelta a casa... el traje gris ocupa nuevamente su lugar en el armario; los restos de las tostadas con mantequilla esperan su turno de limpieza, y el amante solitario ocupa su tiempo entre llamadas perdidas, sueños imposibles y la escritura de textos que nadie lee...mientras tanto, el reloj del despertador muestra su mejor sonrisa, avanzando presuroso en busca de un nuevo día en este paraíso.
¿Quién me ha robado el mes de Abril?
Anoche vi tu cara, pero esta vez no estaba soñando...el mismo peinado, la misma sonrisa que me embrujó tiempo ha...la misma voz que un día me hizo reír, la que tantas noches evocaba escapadas a lugares lejanos, donde el tiempo se detenía sólo para nosotros...esa voz que se grabó a fuego en mi corazón, marcada con hierro candente para que nunca olvidase que te quise con toda mi alma...
Anoche te vi, pero esta vez no soñaba...dejé de hacerlo tiempo ha, cuando tu sonrisa perdió su magia...cuando tu voz dejó de parar el tiempo, confundida entre una multitud de voces anónimas...cuando mi alma olvidó que una vez te quiso.
Anoche vi tu cara...ya no eres la misma. Yo tampoco.
-Cuelga.
-No, cuelga tu.
-No, tu.
-Tu. Yo te quiero más.
-Eso es imposible. Yo más.
-Ni de coña. Más yo.
-No.
-Si.
-No.
-Si.
-¿Soñaremos juntos?
-Todo puede acontecer...